
El padre que construyó una ciudad de 25,000 habitantes para los pobres
Share
(EN PORTADA) Akamasoa, comunidad fundada por el Padre Pedro Opeka en Madagascar (CC BY‑SA 4.0) / Jean-Louis Vandevivère vía Wikimedia Commons
Por el equipo de Villa Católica || 23 de Junio 2025
En uno de los lugares más pobres del mundo, entre las colinas de basura y el polvo de Madagascar, se levanta un testimonio de fe viva, acción concreta y amor al prójimo: Akamasoa, la ciudad de la amistad. Esta comunidad fue fundada por el Padre Pedro Opeka, un sacerdote argentino que decidió no mirar hacia otro lado cuando vio la miseria de miles de familias viviendo entre desperdicios.
Una fe que se traduce en ladrillos
El Padre Opeka, misionero de la Congregación de la Misión (padres vicentinos), llegó a Madagascar en 1970. Allí, se encontró con niños descalzos escarbando en basureros y familias enteras sin acceso a vivienda, salud o educación. En lugar de resignarse, organizó a la gente para construir sus propias casas, escuelas y centros de salud.
Akamasoa nació del esfuerzo colectivo y la fe compartida. Hoy, más de 25 mil personas viven en las casas que ellos mismos levantaron. Más de 13 mil niños asisten a sus escuelas y miles de empleos han sido generados en obras de construcción, canteras, carpinterías y talleres.

Foto de Jean-Louis Vandevivère, Wikimedia Commons (Licencia CC BY-SA 4.0)
Acción católica que transforma
Para el Padre Opeka, el Evangelio no es un discurso, sino una acción. Ha dicho con frecuencia que “Dios no quiere niños que lloren de hambre”, y su misión ha sido convertir la indignación en organización. No se trata solo de dar ayuda, sino de ofrecer dignidad: trabajo, estudio, vivienda y comunidad.
La espiritualidad está en el centro de Akamasoa. Cada barrio tiene su capilla, y las misas se celebran con música, oración y alegría. Allí, la fe católica se mezcla con la lucha diaria por salir adelante, y los niños crecen sabiendo que Dios está presente también en la acción social.
Un ejemplo para el mundo
El Papa Francisco visitó Akamasoa en 2019 y se emocionó al ver que era posible transformar la pobreza extrema en fraternidad concreta. El testimonio del Padre Pedro Opeka ha sido propuesto incluso para el Premio Nobel de la Paz.
Desde la categoría "Creyentes en acción", queremos destacar historias como la suya: personas que no se quedan esperando milagros, sino que, con su fe, se convierten en uno.
Gracias, Padre Pedro, por recordarnos que creer en Dios también es construir justicia.